Plegarias atendidas (título original: Answered Prayers) es un novela inconclusa del escritor estadounidense Truman Capote. Fue publicada por primera vez en Inglaterra por Hamish Hamilton, en 1986. Un año después, apareció en Estados Unidos, editada por Random House.
Plegarias atendidas | ||
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de Truman Capote | ||
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Género | Novela | |
Tema(s) |
Jet set ![]() | |
Idioma | Inglés | |
Título original | Answered Prayers | |
Editorial | Hamish Hamilton | |
País | Estados Unidos | |
Fecha de publicación | 1986 | |
Formato | Impreso | |
Durante la mayor parte de su vida, Capote se codeó con el jet set estadounidense. Fue amigo cercano de muchos de sus integrantes y tuvo oportunidad de conocer historias personales. Él mismo se encargó de transmitir chismes entre unos y otros. Esto le hizo ser un invitado constante a las reuniones sociales.[1]
Después de años de asegurar que estaba escribiendo Plegarias atendidas, nadie había leído un capítulo. Recién en 1975, aparecieron dos capítulos en Esquire, publicados por separado: "Mojave", (descartado por Capote para integrar el libro) y "La Cote Basque", en 1975. "Monstruos vírgenes" ("Unspoiled Monsters") y "Kate McCloud", en 1976.[2][3]
La aparición de "La Cote Basque" provocó un escándalo entre sus amistades del jet set. En el relato revelaba intimidades que le habían contado y mostraba de manera muy desfavorable a los personajes que, a pesar de los nombres ficticios, representaban a personas reales que se reconocían con facilidad. Esos capítulos provocaron que Capote fuera expulsado del círculo de sus aristocráticas amistades y las puertas del jet set quedaran cerradas para siempre para él[4]
En el libro, compuesto por tres capítulos, el personaje principal es P.B. Jones, un escritor joven, bisexual, que se propone alcanzar el éxito como sea. Monstruos vírgenes es el primer capítulo, seguido por La Cote Basque y Kate McCloud. El libro, con un tema frívolo, está narrado con oficio de escritor.
El título, según el propio Capote, está tomado de una frase de Santa Teresa de Jesús: "Se derraman más lágrimas por las oraciones contestadas que por las no contestadas".[5]
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